Alrededor de los ocho meses se manifiesta en los bebés la “ansiedad de separación”, una especie de vuelta atrás porque los niños que habían adquirido cierta independencia relativa vuelven ansiosos a los brazos de sus padres. Para ayudarse en esta etapa muchos recurren a un pañal o tuto, lo que se conoce en el mundo
científico como ‘objeto transicional’. Estos objetos ayudan al bebé a completar la transición o el paso de la etapa de la dependencia total de la madre a la etapa de independencia como bebé. Algunos niños dependerán más de ellos que otros -incluso algunos no los necesitarán- pero poco a poco irán dejándolos durante los primeros años del período preescolar. Según la doctora Rosario Moore, pediatra y docente de la Pontificia Universidad Católica de Chile, después de los tres años el niño ya no debería usarlos. Generalmente toma posesión de una cosa exterior a su cuerpo y que elige por su propia voluntad. Un pijama, juguete o pañal le recuerdan la comodidad y seguridad de su habitación, y le hacen sentir seguro.
A pesar de algunos mitos en su contra los objetos de transición no son signo de debilidad ni de inseguridad. No hay motivos, por lo tanto, para que un niño no pueda tenerlos. Según la doctora Patricia Valenzuela, pediatra y docente del Departamento de Pediatría de la Pontificia Universidad Católica de Chile, pueden ser recomendados para que los utilicen para establecer un ‘ritual del sueño’. “Incluso en los lactantes; si la mamá siente que al niño le cuesta quedarse solo en su cuna puede dejar al lado de él una manta, un pañal o un objeto suave y cálido que de seguro lo tranquilizará”, afirma la profesional.
La elección del ‘tuto’
¿Por qué el niño siente más apego a un objeto que a otro?. El pequeño es en extremo sensible a la textura y al olor de las cosas, más que a su forma o incluso a su color, y resulta obvio para los adultos que al elegir un tuto sus criterios no son precisamente estéticos. Sin que se sepa por qué, va a sentir devoción por un trozo de tela, aunque disponga de peluches, muñecas o cojines con animalitos bordados, y es muy probable que lo bautice con algún nombre. Debe dejar que el niño elija con total libertad este primer objeto que considera como de creación propia y no como un regalo recibido de sus padres. Cada bebé debe poder, en cierto modo, “crear el mundo de nuevo”, y el objeto transicional es la primera expresión de esta acción creativa. Por eso se convierten en algo tan preciado para él y merecen, por lo tanto, todo el respeto de los adultos.
En opinión de los especialistas, el niño tiene todos los derechos con respecto al objeto elegido, incluido el de destrozarlo, ya que desde su punto de vista puede expresar a la vez amor y agresividad. El doctor Bernardo Pacheco, psiquiatra infantil e instructor del Departamento de Psiquiatría de la Pontificia Universidad Católica, afirma que es necesario estar alerta para ver si la conducta es sólo de agresividad hacia el objeto transicional, ya que si la manifiesta con otros objetos o personas, puede reflejar estados de angustia no contenidos por el pequeño.
Durante varios meses, quizás años, el objeto transicional será algo único e insustituible, a pesar de que el niño se vaya interesando por otros juguetes. No hay que ocultar este objeto, ya que lo más probable es que cause una gran tristeza en el bebé. Más adelante, cuando la transición haya finalizado totalmente, el propio niño perderá el interés por ese objeto y lo abandonará, sin sentirlo como una pérdida.
‘tutos’ y ‘tetes’
Objetos inseparables de la figura infantil, el chupete y el tuto son muchas veces las más preciadas pertenencias de un pequeño, las que cuidan con esmero y guardan con cariño. Por eso, desprenderse de ellas puede significar la primera prueba de sus vidas.
El uso de ambos está tan arraigado que los padres los compran ya antes de que haya nacido su hijo. La importancia que tendrán estos elementos en la crianza del niño dependerá de las características de su personalidad -más o menos sensible o inseguro- y del rol que los padres quieran otorgarles. Mientras algunos papás son absolutamente partidarios del uso de estos objetos, otros evitan que sus niños se acostumbren a ellos o simplemente nunca se los presentan porque los consideran ‘malos hábitos’.
Su uso no representa grandes problemas, por lo menos hasta alrededor de los tres años, ya que ambos elementos suplen necesidades del niño y son elementos de transición entre la primera infancia y la etapa escolar.
Aunque para algunos especialistas la promoción del uso del chupete no deja de ser controversial por asociarse a malformaciones bucales, es incuestionable que estos objetos le entregan a los niños una sensación de seguridad, porque es algo que ellos controlan y al que le tienen y proporcionan afecto. Por eso, en el caso de los papás que no permiten a sus hijos el uso del chupete, lo recomendable es que se aseguren que el pequeño pueda escoger con libertad algún otro objeto o pertenencia que actúe como objeto de consuelo, y así hacer que el paso de una etapa a otra no sea un momento difícil para ellos.
Fuente: Extracto de artículo publicado en Revista PadresOk
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