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El tratamiento convencional de la dislexia combina medidas pedagógicas y reeducación ortofónica. A veces es también necesario recurrir a otro tipo de terapias como la ergoterapia o la oftalmología. Con ciertas terapias, consideradas polémicas, es mejor tener prudencia.
La dislexia afecta a un 5% de niños
Definida como "una dificultad para aprender a leer a pesar de recibir una enseñanza adecuada, una inteligencia adecuada y un buen medio ambiente socio-educativo", la dislexia (1) es uno de los trastornos de aprendizaje mejor estudiados. Los estudios internacionales calculan que aproximadamente un 5% de niños de 10 años de edad la padecen de forma moderada o severa. Se manifiesta con mayor intensidad en los países cuya lengua escrita es irregular (2).
Fabrice Robichon, neuropsicólogo y profesor de Neurociencias (3), precisa: "El diagnóstico a menudo se hace en CE1 o CE2. Es necesario que haya una discrepancia grande y constante entre la edad del niño y su nivel de dominio de la lectura. La línea divisoria se traza a partir de los 18 o los 24 meses de retraso". Se calcula que un cuarto de los niños con dificultades de lectura sufriría de dislexia.
La dislexia a menudo se acompaña de otros trastornos. Por ejemplo, en uno de cada dos casos, el niño también tiene dificultad con la lengua oral (disfasia). Además, puede presentar trastornos de ortografía (disortografía), de cálculo (discalculia), de la manipulación de objetos y coordinación motora (dispraxia), de escritura y grafismo (disgrafía) y dificultades psicológicas y de comportamiento.
En clase se hace necesaria una pedagogía adaptada para evitar que las dificultades en la lectura perturben los otros aprendizajes, (por ejemplo, el de la lectura de los enunciados de los problemas matemáticos).
La ortofonía, único tratamiento oficial reconocido para la dislexia
El ortofonista hace una evaluación del lenguaje del niño y es el primer recurso para iniciar la reeducación. También se puede recurrir a neuropsicólogos especializados en dislexia. Franck Ramus, investigador especializado en el aprendizaje de la lengua y de sus trastornos, explica: "El ortofonista evalúa de forma global las capacidades de lenguaje que posee el niño, mientras que el neuropsicólogo evalúa otras capacidades intelectuales y relaciona unas con otras Esta doble evaluación permite comprender dónde se sitúan los puntos débiles pero también los fuertes. En éstos se apoyará el proceso de reeducación, que se centrará en hacer progresar al niño en el plano fonológico (los sonidos de la lengua) enseñándole a leer con métodos diferentes de los utilizados en clase. Las sesiones son individuales y se ajustan de acuerdo a los progresos que hace el niño".
"El trabajo ortofónico exige la total participación del niño, quien tiene que sentirse en confianza", precisa Fabrice Robichon. "La velocidad del progreso dependerá además del tipo de dislexia y de la severidad de los trastornos".
La mayoría de los especialistas coincide en que el tratamiento ortofónico es el que ofrece mejores resultados. Este tratamiento, por otro lado, es el único método de reeducación que se enseña en la Facultad de Medicina de Francia y el único cubierto por el seguro de salud pública de ese país.
Fuente: Doctissimo
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