Los especialistas señalan que tener una mascota puede significar para un niño una fuente de muchas riquezas. Además de gozar de la compañía de un perro o gato y de entretenerse jugando, aprenden a cuidar y preocuparse de otro ser vivo, y entender la vida y la muerte. Asimismo, afirman que los ayuda en la
expresión de las emociones; alegría frente a las gracias inesperadas de su animal y pena cuando están enfermos.
Autoestima y mascotas
La psicóloga infantil Isabel Pacheco, plantea que tener una mascota mejora la autoestima del niño. “En su relación con su perro o su gato el animal lo escucha y lo acepta sin emitir juicios de valor, entregándole afecto y amor incondicional. Los cuidados y atenciones que demandan las mascotas hacen que el niño se sienta útil y genera una estrecha relación entre él y el animal, en la que ambos intercambian cariño y emociones. Las mascotas son para ‘su amo’ una constante fuente de motivación”, comenta la profesional.
La convivencia con las mascotas contribuye según Isabel Pacheco, a que los niños aprendan valores positivos como el respeto hacia los animales y la vida, la amistad y el amor, crea sentido de responsabilidad y promueve la comunicación entre padres e hijos, lo que fortalece la autoestima en los niños.
La psicóloga, afirma que a través de las mascotas los niños ejercitan la comunicación no verbal y aprenden a descubrir lo que les sucede sin necesidad de palabras. De la misma manera descubren que las señales de la mascota son distintas a las de una persona. “Así sabrá que cuando el perro le mueve la cola es porque está contento y si el gato se engrifa es porque está asustado o enojado. Ambos, el niño y su mascota, tienen que ingeniárselas para comunicarse a través de un lenguaje no verbal”.
Isabel Pacheco explica que las mascotas estimulan el contacto social, ya que “permiten que los niños compartan con otras personas anécdotas y experiencias sobre el animal, ampliando su círculo de amistades. Asimismo, el cuidado y el cariño que le brindan a una mascota lo ayuda a desarrollar una mayor empatía y actitudes positivas, y aprenden a actuar de la misma manera con las demás personas”.
La muerte de una mascota
En opinión de Cecilia Williamson, psicóloga infantil de la Universidad Católica, los niños más pequeños -8 meses- son los que primero se interesan por los animales; especialmente por los más pequeños. Sostiene que “es especialmente útil en el caso de hijos únicos tener una mascota, ya que le entregan el afecto y los juegos que no tiene en ausencia de un hermanito”.
La psicóloga afirma que los animales soportan de los niños cosas que no tolerarían de los adultos. “Los pequeños hacen rabiar y a veces les pegan a sus mascotas y a pesar de eso los animales siguen queriéndolos, porque sienten un gran intercambio de vitalidad entre ellos y los niños”.
Respecto a la muerte de un animal, Cecilia Williamson plantea que le permite al niño descubrir que la muerte es parte de la vida. “Si bien no podría entender todavía la muerte de los padres, sí puede admitir la muerte de los que ama bajo estas formas de seres vivos, cuya desaparición los ha separado de él materialmente pero no en el recuerdo”. La psicóloga plantea que si el niño siente gran pena por la muerte del perro, del gato o del pollo, los padres tienen que mostrarse favorables sin tomarlo trágicamente, porque así “el pequeño sentirá más amor por otros animales y admitirá mejor la adversidad de la muerte”.
En este sentido, Isabel Pacheco agrega que no se recomienda reemplazar de inmediato una mascota. “El niño debe vivir la pérdida y extrañarlo por un tiempo, porque si después muere un miembro de su familia nadie podrá comprarle otro”.
Fuente: Artícuo publicado en Revista PadresOk, agosto 2004
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